Si yo tuviera
que elegir un lugar del universo
para nunca moverme de él,
te pediría ahora
que enhebraras aguja e hilo fino
y me bordases
al centro de tu vientre,
como bordas mi nombre,
para unirme a la carne poco a poco
e introducirme en ella hasta llegar
a tus entrañas,
y yacer encogida
como una mariposa.